Extraido de la web de la Aventura de aprender
Pequeños Dibujos Animados (PDA) es un proyecto audiovisual que nace con el objetivo de educar en cine, en diversidad cultural pero especialmente mostrar la creatividad y el pensamiento de los niños a través de la animación, el dibujo y la música. Ésto se consigue a través de la realización de talleres con pequeños de educación primaria (con edades comprendidas entre los 6 y 12 años) y chicos de secundaria (entre los 12 y 15 años) obteniendo como resultado un cortometraje de animación realizado y contado por ellos mismos. Al ser un testimonio de las reflexiones del coletivo participante este documento se presta para ser utilizado como recurso educativo y comunicativo que facilite a los profesores y gestores culturales la tarea de la educación y sensibilización en diversidad cultural y tolerancia.
Se pretende ofrecer durante los talleres un espacio alternativo al de los parámetros de la educación regular, incentivando a través del dibujo y la palabra la exploración de la imaginación. Así mismo se busca desarrollar la creatividad, la capacidad de planificación, desarrollo, realización y fomentar el trabajo en equipo. Con el fin de conseguirlo desde el inicio los únicos protagonistas son los chicos y lo que tienen en sus cabezas. Cuentan durante los talleres con el espacio y tiempo para explicar y debatir sobre su naturaleza social y cultural desde su propio enfoque, esto les lleva a sentirse escuchados, valorados, e importantes. Su participación es muy signifiva ya que tienen la responsabilidad y oportunidad de transmitir sus ideas.
El resultado final es un cortometraje de animación hecho por un colectivo de niños donde ellos nos cuentan entre otras muchas cosas sus anhelos, inquietudes, su vida, su particular visión del mundo que les rodea, construyendo así un rico mosaico de la sociedad de la que forman parte. Un cortometraje propio del descaro y la imaginación de los niños, lleno de sinceridad y frescura, donde ellos se han convertido en creadores de su propia obra y los adultos nos convertimos en consumidores de sus bellas historias; historias que por la manera en que han sido creadas (dejando que los niños se expresen libremente y sin prejuicios) suelen tener una fuerte carga cultural, social e innovadora.
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